martes, 17 de abril de 2012

¡Esto De Compartir...!



Nunca tuve dificultades para entender que todo, todo, es fruto del trabajo y del esfuerzo. Por eso, desde muy pequeñita, tuve bastantes reparos para compartir mis cosas con algunas personitas.


Es difícil seguir tu propio criterio, sobre todo cuando sientes que el  mundo conspira contra ti y los que te rodean te ven como una niña malcriada y egoísta. Así que siempre terminaba cediendo ante la imposición de padres y profesores: <<¡tienes que compatir tus cosas Julia, no puedes ser una niña egoísta y mala!>>  uffff! las consecuencias de esta exigencia eran nefasta!

Mi amiguita Olguita cuando venía a casa, decidía que mis muñecas estaban mejor con los cortes de pelo y los vestido rediseñados por ella, mi vecinito Jaime me pedía mis lápices de colores y mordía los extremos (supongo, yo, que para no morderse las uñas) y ¿qué decir de las pelotas que llevaba a la calle para jugar en el parque e iban a parar en el patio del vecino que nunca estaba en casa?
Yo que soy de la generacion de los discos de vinilo y de las cintas de música...  La desolación era peor cuando los discos volvían a mi poder rayados y en los cassettes, de repente, se escuchaba la voz de la madre de una amiga: <<¡¡¡¡Martiiiiiiiiicaaaaaa a coooomeeeeeer!!!!!>> Pero ¿qué es esto? Dejas una cinta con tu mejor música grabada, que cuesta horas para que no te salga la voz del locutor, ¡y se la cargan con un grito de guerra de una madre!

¿Alguna vez habéis dejado un libro y cuando os lo han retornado habéis encontrado en alguna de sus páginas un pegote extraño, de no se sabe qué; pero que puede ser cualquier cosa asquerosa? Y nada que decir de los apuntes. Tomar unos apuntes estupendos hasta que te sale el cayo del estudiante, los prestas a un compañero y te los devuelve con todas las esquinas dobladas. Siempre me he preguntado cómo lo hacian. ¿De una en una? Y yo, que ¡por mis hijas mato!, como la Esteban, no había nada más frustrante que llevarlas al parque y ver venir al mocoso de turno llorando por un cubo que no era suyo, intentando arrebatarlo, a la fuerza, ¡¡¡¡hasta conseguir hacerse con la pala!!!! Pero es que, encima, al pequeño monstruo le daba por liarse a palazos ¡¡¡con la cabeza de su victima!!!

Créanme, de verdad, que cuando un niño no quiere compartir, no es porque sea un ser egoísta e indeseable. Ellos también tienen su escala de valores. Dejemos que decidan ellos.

5 comentarios:

  1. jajajajaja... lo que acabas de comentar me pasó y sigue pasando en la actualidad... todavía me cuesta esto de "compartir".
    soy muy celosa de mis cosas.
    besitos guapa

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  2. yo comparto todo menos mi ropa,zapatos y peor mi maquillaje...hahaha una porque no te van a cuidar las cosas igual y dos te lo devuelven tarde jiji es por eso que recomiendo antes de prestar mejor regalar jijijiji

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  3. sobre todo el maquillaje, por mucho que quieras a una persona, el acne se pega las brochas no se deben compartir de ninguna manera!! que va lo mejor es que cada uno utilice sus cosas!!!

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  4. Yo he dejado libros y me he quedado sin ellos, Julia. Ya no los dejo más. El que quiera un libro, que lo compre o lo coja de la biblioteca.

    Yo no obligo a compartir a mis hijas. No tiene sentido que obliguemos a los niños a compartir las cosas que para ellos tienen mucho valor. Es como si a mí me pidieran compartir mi móvil!! No lo dejo a NADIE!!

    Por eso no las obligo. Lo único que les digo es "ok, si no quieres compartir, no compartas; pero luego tienes que entender cuando alguien no quiera compartir contigo". Y punto.

    Besos.

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  5. Efectivamente, fijate lo de los libros es un problema, yo he dejado alguno que despues me da hasta verguenza pedirlo! increible, llegar hasta el punto de no encontrar palabras para reclamar un libro que es tuyo!!

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